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jueves, 6 de mayo de 2010

Boda con venganza.

Boda con venganza.

Esta, según parece, es una historia verídica sobre una boda celebrada en Benidorm, que aparecía publicada en el periódico Las Provincias.

Era la típica boda ostentosa, enorme, con unos 300 invitados, todo un derroche, de las que no se repara en gastos. Todo hacía pensar en una boda “perfecta”, un acontecimiento social que pocos quisieran perderse.

Después de la ceremonia, novios, familiares, amigos y el resto de invitados, acudieron a uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad para celebrar un lujoso banquete. Tras el incómodo barullo inicial hasta que todo el mundo encuentra su sitio, llegan los novios y los padrinos que son recibidos entre aplausos, tras el correspondiente brindis con cava.

De repente, ocurrió algo que rompía el protocolo y no estaba previsto en los ensayos previos. El novio subió al escenario y tomó el micrófono para dirigirse a los asistentes. Tras unos instantes de silencio, observando la cara de extrañeza de la novia, y la incomodidad de sus futuros suegros pensando “!A ver, qué narices va a hacer éste!”.

Empezó, con toda tranquilidad, diciendo unas palabras para agradecer a todos su asistencia en “este día tan especial” para acompañarles en la celebración de su boda. Agradeció el esfuerzo especialmente a la novia, a su familia y a su nuevo suegro por organizar un banquete tan excepcional. Como prueba de su profundo agradecimiento -continuó- quería ofrecer a cada asistente un regalo especial. La sorpresa se convirtió en nerviosismo. La novia repetía, al ser preguntada: “No sé nada, no sé de qué va esto”.

Así que el novio continuó, tras tomar aire… parecía algo tenso. Indicó a los invitados que pegado a la parte de abajo de cada silla había un sobre. Repitió que era un regalo para cada asistente y pidió que todos lo abrieran, incluso quienes presidían en la mesa principal: novia, padrinos, suegros…. Tras unos segundos de un silencio sepulcral, todos quedaron atónitos, la novia y el padrino quedaron paralizados, y a continuación, surgió un rumor general, pequeños grititos de horror… Dentro de cada sobre había una foto ampliada de la novia practicando sexo con el padrino. ¡¡¡Puagggg!!!... ¡Qué bochorno!...

El novio tenía sospechas y había contratado a un detective privado para pillarlos. Después de aguantar ahí, de pie, simplemente observando las reacciones de los invitados durante un par de minutos, se volvió hacia el padrino y le dijo: "¡Que te jodan!". Luego se volvió hacia la novia y le dijo "¡Que te jodan!". Entonces dirigiéndose a los asistentes gritó: "¡Me largo de aqui!". Y salió a toda prisa antes de que nadie pudiera reaccionar.

Pidió la anulación del matrimonio a primera hora de la mañana del día siguiente. Cualquier persona habría cancelado la boda inmediatamente después de enterarse de la relación entre la novia y el padrino. Sin embargo, este personaje tuvo la sangre fría de montar su actuación como si nada hubiera pasado. Su venganza... hacer que los padres de la novia se gastaran 32,000 euros en una boda de 300 invitados y, por supuesto, dejar por los suelos la reputación de la novia y del padrino frente a 300 de sus amigos y familiares.

Habría que preguntarse ¿esta atrevida venganza le alivió el dolor por la traición de la mujer que amaba? O quizás… ¿la amaba realmente? El por qué de una boda, que como tantas otras, es muy probable que respondiera a convencionalismos y presiones ajenas a los deseos de los novios.

viernes, 16 de abril de 2010

S.A.D.A.E.


S.A.D.A.E. (Síndrome de Atención Deficiente Activado por la Edad)

Decido lavar el coche.

Al ir al garaje, veo que hay correo en la mesa de la entrada. Decido revisar las cartas antes de lavar el coche. Dejo las llaves del coche en la mesa, voy a tirar los sobres vacíos y las propagandas en la basura, y me doy cuenta de que está llena.

Decido dejar las cartas - entre las que hay una factura- en la mesita y sacar la bolsa de basura afuera.

Entonces pienso que, ya que voy afuera, puedo pagar la factura con un cheque y echarlo en el buzón que está a diez minutos de la puerta.

Saco del bolsillo el talonario de cheques y veo que queda uno sólo. Decido ir al escritorio a buscar otro y encuentro sobre la mesa la Coca-Cola que me estaba tomando y se me había quedado olvidada.

Saco la lata para que no se vuelque sobre los papeles y me doy cuenta que se está calentando, por lo que decido llevarla a la nevera. Al ir hacia la cocina me fijo en que el jarrón de flores de la barra está sin agua.

Dejo la Coca-Cola sobre la barra y descubro las gafas de cerca que estuve buscando toda la mañana. Decido llevarlas a mi escritorio, y después poner agua a las flores.

Llevo las gafas al escritorio. Lleno una jarra de agua en la cocina y, de repente, veo el mando a distancia del televisor. A alguien se le olvidó en la mesa de la cocina. (Me acuerdo que anoche estuvimos buscándolo como locos).

Decido llevarlo a la salita, donde debe estar, en cuanto ponga el agua a las flores. Echo un poquito de agua a las flores y la mayor parte se derrama por el suelo. Por tanto, vuelvo a la cocina, dejo el mando a distancia sobre la mesa, y cojo unos trapos para secar el agua.

Voy hacia la salita tratando de acordarme qué es lo que quería hacer con estos trapos.

Al final de la tarde el coche sigue sin lavar, no he pagado la factura, el contenedor de la basura está lleno, hay una lata caliente de Coca Cola, en la barra las flores siguen sin agua, sigue habiendo un solo cheque en el talonario de cheqhes, no consigo encontrar el mando a distancia de la tele ni mis gafas de cerca ¡Y no tengo ni idea de dónde están las llaves del coche! Me quedo pensando: ¿Cómo puede ser, que sin haber hecho nada en toda la tarde, esté tan cansado?

¡Y no te rías, porque si aún no te ha pasado, te va a pasar! Y si te pasa, por favor… ríete.

miércoles, 24 de marzo de 2010

El limpiacristales.

El limpiacristales.

Un chico en su primer día de trabajo en una droguería recibe consejos de un compañero veterano....

- Mira, chaval, si quieres triunfar tienes que ganarte al encargado, y la manera de hacerlo es vendiendo el producto de la semana, siempre que te sea posible. Esta semana, por ejemplo, tenemos en promoción el Cristasol, y hay que intentar colocarlo a nuestros clientes.

Te voy a hacer una demostración práctica para que lo entiendas…

- Buenos días señora, ¿qué desea?
- Un bote de Pronto.
- ¡Buena elección señora!, con el bote de Pronto sus muebles relucirán
espectacularmente. Sería una lástima que tanto resplandor desmereciera por la suciedad de sus cristales, es por eso que me he permitido traerle también el Cristasol, que además es el producto de oferta de
esta semana...

Y la señora se va contenta con ambos productos.

- ¿Lo ves?. Mira, ahora lo intentaré de nuevo.
 
- Buenos días señora, ¿qué desea?
- Una botella de Don Limpio.
- ¡Sabia elección!. Le van a quedar unos suelos como los chorros del oro. Lástima que unos cristales sucios le desmerezcan tanto. Si lo desea, me he tomado la libertad de traerle una botella de Cristasol, que le solucionará el problema, y además es el producto de oferta.

Nuevamente el vendedor veterano consigue vender ambos productos.
- ¿Lo vas Captando?
- Sí, creo que sí…
- Bien. Ahora vas a intentarlo tú.

Entra una nueva clienta, y…
- Buenos días señora, ¿qué desea?
- Una caja de Tampax
- ¡Vaya! ….bufff...

El chico se queda perplejo, pero rápidamente reacciona...

- Aquí tiene señora, su caja de Tampax. Buena elección, este producto le será de gran utilidad, pero permítame decirle que sería una lástima que no se llevara también una botella del producto que promocionamos esta semana, el Cristasol, ya que como va a estar 5 o 6 días sin
tener sexo, por lo menos se entretiene limpiando los cristales...

lunes, 1 de marzo de 2010

Gentuza… blanca.

Gentuza… blanca.

21 de Marzo.- Día Mundial Contra la Discriminación Racial.

El sucedido que relatamos a continuación aseguran que ocurrió en un vuelo de la British Airways entre Johanesburgo y Londres.

Una señora blanca, de unos cincuenta años, se sienta al lado de un señor negro. Tras un momento de tensión y gestos visibles de disgusto, esta educada señora ostensiblemente alterada, llama con brusquedad a la azafata.

- ¿Cuál es el problema? ¿En qué puedo ayudarle señora? -Pregunta la azafata-
.
- ¿No lo está viendo? -Responde la señora-. Me han colocado al lado de un negro. No puedo estar al lado de esta gentuza. Déme otro asiento.

Su tono de voz era tan alterado y fuerte que se convirtió en el centro de atención para el resto de viajeros. Tras las palabras de la “señora blanca” un murmullo inundó la estancia, entre la sorpresa y la indignación.

- Por favor, señora, cálmese. -Dice la azafata en tono amable pero con cierta gravedad-. Casi todas las plazas de este vuelo están ocupadas. De todos modos voy a ver si hay algún lugar disponible, para darle una solución que le satisfaga.

La azafata desaparece de la escena durante unos minutos. Cuando de nuevo se sitúa ante la molesta viajera, se hace un silencio absoluto entre el resto de pasajeros, atentos al desarrollo de la embarazosa situación.

- Señora, como sospechaba, no hay plazas libres en clase turista. Puesto que el deseo de esta compañía siempre es satisfacer a nuestros clientes, he hablado con el comandante y me confirmó que no hay más plazas en “business”. Pero, afortunadamente, aún queda un lugar libre en primera clase.

La señora ya se disponía a incorporarse, pero antes de que pudiera hacer algún comentario, la azafata continúa, siempre con corrección y profesionalidad, aunque en este caso, parecía asomar en el rostro de la azafata un ligero gesto de satisfacción:

- Resulta excepcional que la compañía conceda un asiento de primera clase a un pasajero de clase turista, pero dadas las circunstancias, el comandante considera que sería escandaloso obligarle a sentarse al lado de una persona tan detestable.

Y dirigiéndose al negro, la azafata añadió:

- Por lo tanto señor, si fuera tan amable, recoja sus pertenencias que el asiento en primera clase le espera.

Y todos los pasajeros que presenciaban la escena asombrados, se levantaron y aplaudieron, incluso, se oyeron gritos contenidos “!Racistas, fuera!”.

martes, 23 de febrero de 2010

La esposa sorda...

La esposa sorda...

Ves la paja en el ojo ajeno y no ves la viga en tu propio ojo. Atención a la conversación que tuve con mi amigo Demian sobre las discusiones con su pareja… y saca tus propias conclusiones.

- Me parece que Gabriela está chiflada, loca como una zapatilla... –empezó su discurso Demian.

- ¿Por...? –le pregunté.

- Estuvimos discutiendo toda la semana por el tema de las vacaciones. Resulta que Gabriela quiere que vayamos todo el mes a Punta del Este con los viejos de ella, que nos invitaron; y yo no quiero ir porque me gustaría que nos fuéramos a Mar del Plata, con un grupo de amigos del club. Yo sé que a ella le gustaría mucho más el proyecto de Mar del Plata, pero está emperrada en lo de Punta. Y si hay algo que a mí me pone loco es cuando Gabriela se emperra. Más la veo así y más tozudo me pongo yo. Hasta que llega un momento en que no puedo hablar más con ella, porque siento que es absolutamente incapaz de abrir su cabeza y escuchar otras opiniones.

- ¿Y por qué ella prefiere ir a Punta del Este?

- Por nada, es un capricho.

- Pero ella no dice que es un capricho, ¿o sí?

- No, ella dice que quiere ir a Punta.

- ¿Y tú no le preguntaste por qué?

- Sí, claro que le pregunté, pero ni sé qué bobada me contestó.

- Pero Demi, si no sabes qué contestó, ¿cómo puedes decir que es una bobada?

- Porque cuando Gabriela se encapricha, dice cualquier cosa y no escucha razones. Descalifica todo lo que el otro dice y lo único que atiende son sus propios argumentos.

- Echa por tierra tus argumentos…

- Sí.

- Dice, por ejemplo, que lo tuyo son estupideces, o que eres un cabeza dura...

- Eso.

- O que eres un caprichoso.

- Sí, también, ¿cómo lo sab...?

Puesto que aprecio sinceramente a Demian y no quería ofenderle, intenté lo siguiente. Le dije: -Escucha el chiste que me contaron ayer-.

Un tipo llama al médico de cabecera de la familia: --Ricardo, soy yo, Julián.
- Ah, ¿qué me dices, Julián?
- Mira, te llamo preocupado por María. Se está quedando sorda.
-¿Cómo que se está quedando sorda?
- Sí, necesito que vengas a verla.
- Bueno, la sordera en general no es una cosa repentina ni aguda, así que el lunes que venga a la consulta y la examino. ¿Cómo te has dado cuenta de que no oye?
- Porque la llamo y no contesta.
- Mira, puede ser una tontería como un tapón en el oído. A ver, hagamos una cosa: vamos a detectar el nivel de sordera de María: ¿dónde estás tú?
- En el dormitorio.
- ¿Y ella dónde está?
- En la cocina.
- Bueno, llámala desde ahí.
- MARIAAA... No, no me oye.
- Bueno, acércate a la puerta del dormitorio y grítale por el pasillo.
- MARIIIAAA... No, no, ni caso. MARIAA, MARIIAAA, MARIIIAAAA... Nada. Estoy parado en la puerta de la cocina y la veo, está de espaldas lavando los platos, pero no me oye. MARIIIAAA... Ni caso.
- Acércate más.
El tipo entra en la cocina, se acerca a María, le pone una mano en el hombro y le grita: ¡¡¡MARIIIAAAA!!! La esposa furiosa se da la vuelta y le dice: -¿Qué quieres? ¿QUÉ QUIERES?, ¿QUÉ QUIEREEEES? Me has llamado como diez veces y te he contestado ¿QUÉ QUIERES?... Cada día estás más sordo, no sé por qué no ves al médico de una vez...-

Observo el gesto de su cara… nada, el que no se entera es Demian… así que le dije: -Demian, cada vez que veas algo que te molesta en otra persona, podrías pensar que es lo mismo que le molesta a ella de ti-.

Demian, definitivamente está sordo.

jueves, 11 de febrero de 2010

Palabra de Dios.

Palabra de Dios.

Una conocida locutora de radio de los Estados Unidos da consejos en directo a los oyentes que llaman por teléfono. Con una de sus intervenciones saltó la polémica. Dijo que la homosexualidad es una abominación, ya que así lo indica la Biblia en el Levítico, versículos 18.22, y por tanto no puede ser consentida.

Esta es una carta de un oyente en respuesta a su sentencia.

Querida amiga:

Gracias por dedicar tantos esfuerzos a educar a la gente en la Ley de Dios. He aprendido muchísimo de su programa. Por ejemplo, cuando alguien intenta defender el estilo de vida homosexual me limito a recordarle sus palabras. De todas formas necesita algún consejo respecto a algunas otras leyes bíblicas y cómo cumplirlas.

Me gustaría vender a mi hija como esclava, tal y como menciona el Éxodo 21.7. En los tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?

El levítico, 25.44, establece que puedo poseer esclavos, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que esto es aplicable a los mejicanos, pero no a los canadienses, ¿me podría aclarar este punto?

Sé que no estoy autorizado a tener contacto con ninguna mujer mientras esté en su período de “impureza menstrual” (Lev. 20.18). Mi problema es… ¿cómo puedo saber si lo están o no? Al preguntarlo, bastantes mujeres se sienten ofendidas.

Tengo un vecino que insiste en trabajar en sábado. El Éxodo, 33.2, claramente establece que ha de recibir la pena de muerte ¿estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo?

En el Levítico 21.20, sé que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un defecto en la vista ¿he de confesar que necesito gafas para leer? ¿mi agudeza visual tiene que ser del cien por cien?

La mayoría de mis amigos (varones) llevan el pelo arreglado y bien cortado, a pesar de que ésto está expresamente prohibido por el Levítico, 19.27.

Sé, gracias al Levítico, 11.6-8, que tocar la piel de un cerdo muerto me convierte en impuro. Aún así, ¿puedo continuar jugando al balonmano con guantes?

Mi hijo tiene una granja. Incumple lo que se dice en el Levítico, 19.19, ya que planta dos cultivos distintos en el mismo campo, y también lo incumple su mujer, ya que lleva prendas hechas de dos tipos de tejidos (algodón y poliéster). Además, se pasa el día maldiciendo y blasfemando. ¿Es necesario reunir a todos los habitantes del pueblo para lapidarlos? (Lev. 24.10-16). ¿No podríamos sencillamente quemarlos vivos en una reunión familiar privada, como se hace con quienes duermen con sus parientes políticos? (Lev. 20.14).

Sé que usted ha estudiado estos asuntos con gran profundidad, así que confío plenamente en su ayuda. Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable.

Sinceramente… George Gay.

lunes, 25 de enero de 2010

La casa fumada.

La casa fumada.

Luis Gerardo lo había intentado sin éxito en múltiples ocasiones. Tantas que ante amigos y compañeros solía afirmar de forma categórica que “dejar de fumar es la cosa más fácil del mundo… yo lo he hecho miles de veces… cada vez que apago un cigarro ¡…!”, decía. Pero lo cierto es que, a pesar de su determinación, nunca consiguió dejarlo del todo.

Estuvo a punto cuando en aquel chequeo de empresa el galeno le dio un toque de atención…

- “¿Cuántos cigarrillos se fuma al día?”-, le espetó el médico.

- “Hmmm… entre uno y dos paquetes, diría yo…”-, respondió Luis Gerardo.

- “Pues, debe plantearse dejarlo. Después de los 50, es un gran riesgo”-, concluyó el facultativo.

Pero Luis Gerardo siguió fumando como lo había hecho siempre; como vio siempre hacerlo en casa; como lo hacían sus profesores en el colegio; como lo hizo él desde que estudiaba el bachillerato; como lo hizo en la mili; como le inculcó el cine que siempre tanto le gustó; como antaño vio en la tele, incluso a los propios presentadores de programas… Se trataba de una costumbre bien arraigada entre las sencillas prácticas diarias de Luis Gerardo.

Pero un día, Luis Gerardo encontró una motivación ideal para volver a intentarlo. Pensó… “si cada día meto en un tarro el dinero que gasto en cigarrillos…, en un momento dado ¡podré hacerme una casa en el campo!”.

Todos los días Luis Gerardo introducía primorosamente en un tarro las monedas que ahorraba en tabaco. Poco a poco iba creciendo el nivel de las monedas que al poco pasaron a ser billetes y, al mismo tiempo, empujado por su ilusionante propósito, dejó de fumar.

Y llegó el día. Luis Gerardo compró una bonita casa en el campo. Arreglada, pintada y amueblada organizó una bonita fiesta de inauguración con familiares, amigos y compañeros.

- “!Caramba, Luis Gerardo, que callado te lo tenías, chico; ¿te ha tocado la lotería?”-, le preguntaban.

- “!No! ¡qué va! Es el dinero que no me gasto en tabaco desde hace años”-.

Ya solo en el porche, cuando todos se habían marchado, henchido de satisfacción por su gran logro, Luis Gerardo se planteó fumarse un gran habano que tenía guardado para alguna ocasión especial. Lo encendió pero, tras la primera bocanada de humo le supo fatal, tosió con fuerza y salió corriendo a beber algo que le aliviara.

Nadie pudo hacer nada. El habano encendido cayó sobre el mantel que prendió la mesa, la mesa prendió el tejadillo y el tejadillo la casa. ¡Eso te pasa por “dejarlo”, Luis Gerardo!